C A H E R J

C A H E R J
Capelania Evangélica do Rio de Janeiro

domingo, 18 de setembro de 2011

MORIR CON DIGNIDAD

Coletânea de textos sobre Cuidados Paliativos e tanatologia
                                             http://www.ufpel.tche.br/medicina/bioetica/cuidadospaliativosetanatologia.pdf


                                                                                Marcos Goméz Sancho
                                                                                Las Palmas de Gran Canaria, Espanha.



INTRODUCCIÓN
Alo largo de la historia, siempre hubo una enfermedad que para la gente tenía connotaciones mágicas, demoníacas o sagradas.
En la antigüidad era la lepra y curarla era uno de los milagros más frecuentes en la vida de Cristo. en la edad Media, era la sífilis y actualmente es el cáncer la enfermed tabú. Carece del halo romántico que a principios de siglo tuvo la tuberculosis, incurable casi siempre, y comparte con la lepra y con la sífilis que no debe ser pronunciado su nombre. Los médicos utilizan eufemismos para invocarlo, la mayoria de las veces de forma incomprensible para le lego con el fin de disimular. Cáncer equivale a mutilación y muerte y aunque es cierto que existen otros padecimientos igualmente mortales, el cáncer está considerado ahora
como la enfermed incurable por excelencia.
Lepra, peste, sífilis etc. al hacerse curables, han perdido su carácter tremendo y sagrado y estas características las ha heredado el cáncer.
Dado el enorme progreso de la Medicina, las enfermedades infecciosas han sido eliminadas prácticamente como peligro de muerte; cuadros tan graves antãno como la diabetes, se han vuelto perfectamente controlables e incluso las enfermedades cardiovasculares suelen tener  un decurso lento y permitir cierto control. a pesar de que como causa de muerte las enfermedades cardiovasculares superan al cáncer, este tiene una connotación de la cual carecen aquéllas.
Posteriormente, el desarollo de la cirurgía, la anestesia y la reanimación etc. ha hecho posible la realización de trasplantes de órganos y más modernamente, de órganos artificiales. Todo ello ha conducido a un grande incremento en las expectativas de vida, que han pasado de los 40 años al principio de siglo, a los casi 80 de la actualidad. Esto, como es lógico se refiere a los países desarrollados. nunca debemos olvidar que actualmeente mueren .00 niños cada dia y que en muchos países (nordeste del brasil, afganistán etc.) las expectativas de vida al nacer no llegan a los 40 años, es decir, igual que el siglo pasado.
Todos estos avances han generado en la sociedad una especie de delirio de inmortalidad, otorgando al médico una sabiduría, omnipotencia y omnisapiencia que, lógicamente, no possui.


EL HOMBRE ANTE LA MUERTE EN LA SOCIEDAD DE HOY
Debemos hacer un breve análisis del comportamiento del hombre ante la muerte para poder entender el comportamiento del hombre, de la sociedad, ante el cáncer (que aparece como sinónimo) y ante los enfermos que caminam decididamente hacia ella, es decir los enfermos terminales.
es preciso destacar que durante muchos siglos los hombres morían de una manera bastante similar, sin grandes cambios, hasta hace quatro o cinco décadas que, de repente, comenzó a cambiar de forma radical.
antaño, el hombre moría en su casa, rodeado de su familia (incluidos los niños), amigos y vecinos. los niños tenían así contacto temprano y repetido con la muerte: primero sus abuelos, después sus padres etc. Cuando se hacía mayor y le tocaba morir a él, desde luego no le pillaba tan de sorpresa y desprovisto de recursos como sucede hoy. Hoy a los niños precisamente se les aleja de la casa cuando alguien va a morir.
El enfermo era el primero en saber que iba a morir (“Sintiendo que su final se acercaba…”). Hoy por el contrario, al enfermo casi siempre se le oculta la gravedad de su enfermedad.
eran los momentos de los grandes amores, perdones y despedidas. los repartos de haciendas, los últimos consejos a los hijos.
El sacerdote acudía a la casa del enfermo a darle la extremaunción (viático) con el monaguillo tocando la campanilla. los ciudadanos se unían a la comitiva. Hoy, por el contrario, es frecuente que no se autorice la entrada del sacerdote por miedo a que el enfermo “sospeche” su gravedad. tan es así, que la iglesia se ha cansado de dar la extremaunción a cadáveres y en el ° Conciliio vaticano le han cambiado el nombre para llamarlo sacramento de los enfermos, de forma que no haya duda de que la persona que lo recibe debe estar consciente y saber lo que está sucediendo. aún así, se sigue viendo en esquelas de los periódicos, que todo el
mundo ha muerto “después de recibir los santos sacramentos y la bendición de su santidad”, aunque la persona haya muerto de repente contra un árbol en la carretera o de un infarto en la oficina.

Al tabú del sexo de los últimos tiempos le ha sucedido el tabú de la muerte. Ahora se pueden contemplar escenas eróticas en cualquier sitio y a cualquier hora y sin embargo está prohibido hablar de la  muerte.
ahora, lógicamente los niños no vienen de París, pero con frecuencia es el abuelito el que “se ha ido de viaje”. al debate del aborto va sucediendo poco a poco el de eutanasia etc. Y se oculta la muerte, se oculta todo lo que nos recuerde a ella (enfermedad, vejez, decrepitut etc.). nada que tenga que ver con la muerte es aceptado en el mundo de los vivos.
Esto se ha traducido en un cambio radical en las costumbres y ritos funerarios y del duelo. no hace  mucho, el cadáver era velado en la casa, donde acudían los amigos y conocidos. a continuación, un coche fúnebre con el ataúd abría la comitiva que, a pié, acompañaba al muerto hasta el cementerio. todo esto sería hoy impensable y el embate del modernismo ha introducido múltiples innovaciones. al coche fúnebre le sustituye una berlina gris que se confunde en la vorágine de la circulación. el cadáver el velado en los tanatorios, a las afueras de ciudades, cuanto más lejos mejor. Allí se puede encontrar de todo: flores, bar, restaurante etc.
emprezas especializadas se encargan de lo que ya es el “gran negocio de la muerte “, sobre todo en los estados unidos. Ha aumentado el número de cremaciones y es habitual la tanatopraxia, por la cual y a través de personal debidamente formado, se procede a restaurar el cadáver (heridas, etc.) y a su embellecimiento por medio de maquillaje, masajes, cremas etc. se asiste en la actualidad a una verdadera desritualización, a una desimbolización y a una profesionalización de las conductas funerarias.
La muerte es el fracaso total de la sociedad construida sobre el binomio de la producción y del consumo. Anuncia el fin del consumo. Y en un último esfuerzo consigue todavía transformar la propria muerte en mercancía de consumo en correspondencia con el estatus social.
Decía reverdin que en la sociedad que vivimos, donde los medios de comunicación nos bombardean continuamente con un prototipo de imagen a imitar (Gente joven y guapa), donde el objetivo es la acumulación de bienes, de fama u de poder, poco tiempo y ganas hay de pensar en el asunto escabroso de nuestra finitud, de nuestra propria muerte. En los años sesenta, se gastaron en los estados unidoos billones de dólares en productos cosméticos y rejuvenecedores y solamente 1 billón en cuidar a sus ancianos.
así nos encontramos con una sociedad que, siendo mortal, rechaza la muerte. este rachazo social a la muerte, no creo precisamente que le haya ayudado al hombre en el momento en que tiene que enfrentarse a ella. Contrasta, en efecto, este rachazo total por parte de la sociedad y la angustia, mayor que nunca, que el hombre, individualmente, siente ante ella.
Esta sensación del hombre ante la muerte, ha sido perfectamente descrita por Ariès: “los hombres o bien intentan ponerse al abrigo de la muerte, como se ponen al abrigo de una bestia salvaje en libertad, o bien le hacen frente, pero están entonces reducidos únicamente a su fuerza y a su coraje, en un enfrentamiento silencioso, sin el auxilio de una sociedad que ha decidido, de una vez por todas, que la muerte no es su asunto”.
Se observa lo que se ha dado en llamar desocialización de la muerte, expresión que hace referencia a la falta de solidaridad y al abandono con respecto a los moribundos, los difuntos y también los supervivientes. el corolario de esta atitud es la sustitución de funciones. acompañar al agonizante, amortajar el cadáver, velarlo, recibir las visitas de pésame son cosas que hoy día los familiares ya no quieren hacer, aunque tengan que pagar para que otros los hagan en su lugar.de aquella primera fase, que podríamos denominar de muerte familiar, se ha pasado a una muerte escamoteada, escondida, ocultada. Ariès decía que era como la imagen negativa o invertida: “todo ocurre como si nadie supiera que alguien va a morir, ni los familiares más cercanos, ni  el médico… ni siquiera el sacerdote cuando, con un subterfugio, se le hace venir. Cosificado,
reducido a una suma orgánica de síntomas, difunto ya en el sentido etimológico del término (privado de función), al moribundo ya no se le escucha como a un ser racional, tan sólo se le observa como sujeto clínico, aislado cuando ello es posible, como un mal ejemplo y se lo trata como a un niño irresponsable cuya palabra no tiene sentido ni autoridad. los moribundos ya no tienen status y por lo tanto, tampoco tienen dignidad.
Poco tiempo se tardó en averiguar cual era el sitio ideal para esconder al moribundo: el hospital. actualmente la mayoría de las personas van a morir al hospital. aunque hay diferencias entre los  distintos países, incluso dentro del mismo país también hay diferencias entre el medio urbano y el medio rural, la realidad es que hoy aproximadamente el 80% de las personas muere en el hospital.

Nenhum comentário:

Postar um comentário